01 mayo 2008

Si te Cruzás con Buda, Matá a Buda

por Luciano Lamberti

Si un luchador encuentra a otro luchador, el primero debe hacer lo imposible por quedarse con la
vida del segundo luchador, así como con la vida de los familiares y amigos, borrar todo rastro de sus posesiones personales mediante el fuego, aniquilar a sus mascostas, su hacienda, sus sembrados, y regar con sal el sitio que ocupaba su casa para nada vuelva a crecer. Si el segundo luchador sobrevive al ataque del primero, debe tomarse un tiempo para sobreponerse de sus numerosas heridas, dedicándose a recoger calientes huevos de gallina o actividad similar, luego de lo cual arremeterá con todas sus fuerzas - incluso de las fuerzas que ignoraba poseer - contra el primer luchador, su familia y sus amigos y sus posesiones materiales. En caso de que el segundo luchador pierda la vida, su misión se traspasa inmediatamente a un familiar vivo, olvidado por el primer luchador, a un conocido lejano o incluso a quien no haya sabido jamás de la existencia del primer luchador. En casos así, el que lleva consigo la misión no sabe que la lleva, y puede vivir toda su vida con la misión encima, cultivando sus papas y enhebrando las agujas de su mujer. Pero si el primer luchador observa que el que no supo jamás de la existencia del segundo lleva consigo una misión sangrienta, más le vale arrastrarlo a un descampado y despellejarlo vivo. El que lleva consigo una misión se transforma y crece con ella. Todo lo que hace es un pálido reflejo de lo que podría hacer. O bien el primer luchador huye a las montañas o bien el que lleva consigo una misión se pudre en ella y no puede morir. Vive alrededor de setecientos años. Cría papas y les da consejos ridículos a sus nietos, que llevan consigo la misión y en secreto lo detestan.

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